25.11.09

R&J

¡Se burla de las llagas quien nunca recibio una herida! Pero ¡Silencio! ¿Que resplandor se abre paso a través de aquella ventana? ¡Es el Oriente y Julieta el sol! ¡Surge, esplendente sol, y mata a la envidiosa luna, lánguida y pálida de sentimiento porque tú, su doncella, la has aventajado en hermosura! ¡No la sirvas, que es envidiosa! Su tocado de vestal es enfermizo y amarillento, y no son sino bufones los que lo usan. ¡Deséchalo! ¡Es mi dueño! ¡Oh, es mi amor! ¡Oh, si ella lo supiera!... Habla... mas nada se escucha; pero ¿que importa?... ¡Hablan sus ojos; les responderé!... Soy demasiado atrevido. No es a mí a quien habla. Dos de las mas resplandecientes estrellas de todo el cielo, teniendo algun quehacer, ruegan a sus ojos que brillen en sus esferas hasta su retorno. ¿Y si los ojos de ella estuvieran en el firmamento, y las estrellas, en su rostro? ¡El fulgor de sus mejillas avergonzaría a esos astros como la luz del día a una lámpara! ¡Sus ojos lanzarían desde la bóveda celeste unos rayos tan claros a través de la región etérea, que cantarían las aves, creyendo llegada la aurora!... ¡Mirad cómo apoya en su mano la mejilla! ¡Oh! ¡Quién fuera guante de esa mano para poder tocar esa mejilla!

1 comentario:

Patricio H. Agüed dijo...

Aprovecho este espacio y agradezco, como siempre, tus comentarios. Es un placer recibirlos, che. Te mando un beso grande.