Estoy cansada. Tengo tantas cosas para hacer. Y le sigo sumando más. Porque cuando no quiero hacer una, hago otra cosa que este fuera de la lista. Y la lista se agranda.
Pero por el otro lado estoy tranquila. Desesperadamente tranquila. Soy un terremoto de calma, una ola de tranquilidad, un remolino de paz.
Debería estar haciendo tantas cosas, pero termino haciendo otras, solo para pretender estar ocupada y no tener tiempo para las cosas que realmente deberia hacer.
Es un autoengaño. No me engaña, pero hago de cuenta de que sí. Me engaño de que me engañe.
Hasta mi cabeza se escabulle por otras palabras. No quiero decir lo que digo, porque deberia estar diciendo otras cosas.
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